Fernando Santiago, de la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial; y Fernando Vargas, del Banco Interamericano de Desarrollo, analizaron, en un artículo para la ONU, qué hace falta para reactivar el sector manufacturero en América Latina.
Según los expertos, la manufactura es uno de los sectores más afectados por el cierre general de actividad económica. Entonces, ¿cómo hacer frente al reto de reactivar este sector y transformarlo en un motor para la innovación y el crecimiento en la región?
Diversos países de la región se preparan para salir del confinamiento e iniciar un gradual relanzamiento de la actividad económica. En ese escenario, la prioridad es garantizar la salud de los trabajadores y sus familias.
Fernando Santiago y Fernando Vargas aseguran que, en materia económica, las políticas orientadas exclusivamente a la oferta no serán suficientes para garantizar la transición hacia la nueva normalidad. Estas deberán ser complementadas con políticas de fortalecimiento de la demanda y para dinamizar los mercados internos, además de atenuar la pérdida de empleos y de capacidades productivas de las empresas, particularmente entre las pequeñas y medianas.
Los expertos ofrecieron unos ejemplos de intervenciones posibles:
Por el lado de la oferta
- Financiamiento contracíclico para la innovación: la innovación podría ayudar a las empresas a desarrollar nuevos modelos de negocio e implementar cambios organizacionales para absorber los choques a corto plazo y garantizar su viabilidad y crecimiento a largo plazo. En una región que se caracteriza por bajos niveles de apoyo público a la innovación, se refuerza la necesidad de fortalecer un portafolio de instrumentos de fomento que combine la provisión de matching-grants, con créditos blandos y garantías ‘tecnológicas’ que aminoren los riesgos de mercado asociado a desarrollos tecnológicos
- Fomentar la digitalización: las medidas sanitarias derivadas de la pandemia imponen restricciones a las transacciones económicas que requieren cercanía física entre personas. La capacidad de realizar transacciones y operaciones digitales con clientes y proveedores, así como dentro de la empresa, atenúa estas restricciones. Para atender a la mayoría de las empresas se debe intervenir vía programas masivos y estandarizados que permitan mejorar la capacidad digital empresarial, incluyendo métodos de formación virtual para la incorporación de aplicaciones digitales iniciales, y formación masiva de trabajadores en habilidades digitales. El reto de la digitalización es diferenciado según el nivel de sofisticación tecnológica de las empresas. Empresas manufactureras maduras tecnológicamente, y en países con mayor desarrollo industrial como Argentina, Brasil y México, se puede apuntalar la recuperación mediante la incorporación de tecnologías más sofisticadas, asociadas a Industria 4.0.
Por el lado de la demanda
Promover la demanda interna será fundamental ante la incertidumbre en torno a la recuperación de la demanda global, particularmente en sectores como turismo, transporte, y la afectación en cadenas globales de suministro. Reactivar la capacidad industrial sobre bases de mayor equidad puede beneficiarse de las nuevas prioridades del Estado en torno al manejo de la crisis de salud y la creación de condiciones para que algunas actividades manufactureras se vean favorecidas por las medidas para la recuperación. Los sectores productores de alimentos, textiles, químicos, y dispositivos médicos tendrán espacio para satisfacer la nueva demanda local. El Estado puede incentivar el desarrollo de productos o modelos de negocio nuevos para el mercado, vía Compras Públicas de Innovación (Crespi 2017).
Los expertos aseguran que es posible generar y expandir mecanismos de cooperación que permitan a los países de la región presentar un frente común ante contingencias de salud y medioambientales con impactos económicos, de migración y seguridad interregional. En este sentido, conviene seguir de cerca y aprender de dos iniciativas en curso.
En primer lugar, del “Plan de Contingencia Regional frente al Coronavirus” a través del Sistema de la Integración Centroamericana (SICA), cuyo objetivo es complementar acciones de salud en el nivel nacional, sirviendo además como marco para la coordinación de acciones en materia de economía, seguridad y comunicación dentro de la región centroamericana (SICA 2020). Por otro lado, dada la limitada capacidad científica y tecnológica de la región respecto a otras regiones en desarrollo, es muy oportuno el llamado hecho recientemente por el BID-INTAL a presentar trabajos de investigación encaminados a producir diagnósticos rápidos y propuestas de intervención específicas en áreas como comercio e integración regional y global de América Latina y el Caribe post-COVID 19 (BID-INTAL 2020).
Iniciativas de este tipo son consistentes con esfuerzos para movilizar capacidades tecnológicas y productivas para atender la emergencia de COVID-19 (Santiago et al 2020). Deberían ser fuente de inspiración para otras iniciativas de cooperación regional tendientes a convertir la pandemia en un punto de inflexión hacia un desarrollo más acelerado, equitativo y sustentable en el largo plazo.